"El sentido no es nunca principio ni origen, sino producto. No hay que descubrirlo, restaurarlo, ni reemplearlo sino que hay que producirlo mediante una nueva maquinaria." Gilles Deleuze, 1969

sábado, 6 de noviembre de 2010

voces precarias

intentando aproximarnos a la posibilidad latente de una verdadera democracia, entendiéndose esta como la consumación de una polifonía de voces, donde todos hablan de sí y por sí mismos, nos topamos con la terrorífica realidad: que el mundo, aún hoy cuando creíamos que habíamos abandonado el estructuralismo del siglo pasado, seguimos diviendo el mundo y diviéndonos a los actores que lo reificamos, en "nosotros" y "los otros".
si bien ya lo decía Caverero, el yo es impropio, el tú es superflúo, el nosotros siempre se tomará como algo a priorísticamente positivo mientras el ellos (o "los otros") cosificará el rostro del antagonista. pero anatagonista ¿de quién? pregunta que se responde sola: por supuesto, de "nosotros".

ahora llega lo más aterrador; la mayor parte de las veces, "nosotros" somos "los otros".
yo soy "la otra".

como "otra", poseo inherentemente en mi ser, la condición de precaria, y mi voz, que no es mi voz, carece de resonancia externa. incapaz de pronunciarme ni de hacerla llegar al que deseo que sea su destino, me abandono al tutelaje instaurado previamente y respaldado socialmente, que me convierten en mera marioneta. el porta-voz de mi voz es, sin que haya obtenido mi consentimiento ni benevolencia, un ser instituído, ajeno, lejano, distante y posicionado en un no-lugar y un no-tiempo perfectamente invisible e indeterminable. las voces son aprobiables y apropiadas por aquellos que se han conformado y confirmado como los actores autorizados para hablar por "los otros", que soy yo.

precaria sin voz, manejada por un actor que mueve los hilos de mi existencia que posee, además, la autoridad y autorización para ello, y que cierra, en total parte, la posibilidad de reclamación o queja. así me quedo. como precaria de por vida. viviendo una vida precaria, encerrada en unas categorías precarias que me sujetan como sujeto social y adherida a unas normas morales y sociales condicionantes (y precarias también) y una serie de interpelaciones que colocan más y más trabas en mi viaje particular hacia mi propósito de dar cuenta de mí misma.

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